Los más viejos del lugar dicen que Madrid en agosto se vaciaba y que era el mejor momento para disfrutar de la ciudad. Pero en los últimos años, no solo por la pandemia, sino ya antes, hemos visto que Madrid ya no se vacía como antaño en agosto. Y si hablamos de julio no solo no se vacía, al contrario, se llena de fiestas y turistas, como los que han venido a las fiestas del Orgullo o del Mad Cool que han coincido este año en el tiempo por primera vez, debido al retraso de las primeras por la Cumbre de la OTAN.
Y todo este embrollo festivo ha puesto a prueba la infraestructura turística de la ciudad. Desde el propio aeropuerto que ha sido un hervidero y los mismos Parking low cost aeropuerto Madrid que se han llenado de gente que va y viene. Y es que estamos ante una de las semanas de más movimiento del año en la capital.
Hay que tener en cuenta también que venimos de dos veranos muy especiales sin eventos multitudinarios. Debido a la pandemia todo se canceló, aunque por lo menos pudimos salir a la calle en verano. El turismo no se cortó de raíz, pero tanto el aeropuerto como los Parking low cost aeropuerto Madrid lo notaron. Desde luego que un turismo desatado nunca es bueno para nadie, como comprobamos en muchas ciudades y territorios sobreexplotados, pero cortar de forma radical el movimiento de los viajeros tampoco es bueno ni a nivel económico ni vital: moverse y viajar es una condición innata del ser humano.
Lo que no sabemos si es una condición innata es la necesidad de fiesta, pero bien que centenas de miles de madrileños y turistas se congregaron durante los primeros días de julio para celebrar esa doble festividad. Por un lado, el Orgullo que ya se ha convertido en la mayor fiesta madrileña en cuanto a número de personas, muy por encima de San Isidro, y el Mad Cool Festival que, aunque el año que viene cambiara de ubicación dentro de la ciudad, ha vuelto a poner a Madrid en el mapa festivalero europeo.