Cuando se escucha la palabra Alzheimer en la consulta del neurólogo suele caer como un jarro de agua fría, incluso si ya se espera este diagnóstico. Para la persona enferma, si es consciente de lo que le pasa es muy duro, pero también lo es para la familia que se pregunta cómo van a hacerse cargo de esta persona para que esté bien atendida y cuidada. Esto es especialmente preocupante si todos trabajan en la familia y no pueden renunciar a su empleo.
En estos casos se suele recurrir a un Centro de dia Madrid que se ocupa de atender al mayor durante el tiempo que la familia no puede hacerlo. En algunos casos incluso se llevan a la persona por la mañana y la dejan en la casa por la noche para que esté con los suyos, pero ellos puedan atender a sus obligaciones laborales y familiares.
En algunos casos, viendo lo que cuestan este tipo de centros, la familia se pregunta por qué no pagar a alguien para que esté en casa con la persona durante esas horas que iba a estar fuera. ¿Realmente alguien con Alzheimer va a notar la diferencia? ¿No puede ser perjudicial mover a la persona de su entorno conocido cada día para llevarla a un centro donde puede no estar a gusto?
La respuesta va a depender del grado en el que se esté sufriendo la enfermedad. Cuando esta está ya muy avanzada, seguramente la persona no pueda obtener ningún beneficio asistiendo a los centros, incluso es posible que no tenga la movilidad para poder hacerlo. Pero mientras la persona tenga cierta autonomía en sus movimientos y conserve en parte sus capacidades intelectuales siempre podrá obtener ventajas de este tipo de lugares.
La primera y la más importante es que tendrá apoyo terapéutico adecuado a la evolución de su enfermedad. Podrá contar con fisioterapeutas y expertos en estimulación cognitiva para realizar todo tipo de tratamientos para ayudarle a conservar sus facultades, tanto físicas como psicológicas, tanto tiempo como sea posible.
Pero además, mientras la persona todavía pueda mantener conversaciones e interactuar con otras personas, tendrá allí gente para hablar y con la que relacionarse diferente a la familia, algo mucho más estimulante que estar en casa la mayor parte del día viendo la televisión o saliendo a dar un paseo con el cuidador o cuidadora de turno.