La leite galega, o leche de Galicia, es famosa por su calidad y su sabor. Son muchas las razones que hay detrás para que este producto haya podido alcanzar el estatus que tiene en este momento y ser todo un representante del mejor sabor.
Para empezar, Galicia tiene una gran tradición en el sector lácteo. No solo con las grandes empresas, sino a nivel familiar. En el mundo rural, las vacas eran sinónimo de riqueza y muchas familias invertían gran parte de sus ahorros en comprar uno de estos animales porque les proporcionaba muchas ventajas, desde la leche hasta la carne de sus terneras.
Por tanto, el cuidado de estos animales y la tradición lechera viene de muy lejos. Hoy, las modernas explotaciones están dando un giro y se están modernizando para adaptarse a las exigencias de los clientes que les piden que, precisamente, vuelvan la vista atrás y comiencen de nuevo a alimentar a sus animales con hierba.
También que los mantengan en libertad pastando el máximo de horas posibles y, además, no les den ningún tipo de pienso que aumente la cantidad de leche a costa de la calidad de la misma y de la salud de los animales. Y, por supuesto, que se cumplan toda una serie de condiciones para que el animal viva en condiciones dignas.
Con este giro nace el concepto de leche BIO o de leche ECO y se recupera el sabor de siempre de una leche que ya de por sí era muy buena. Porque si algo hay en Galicia son pastos y por esa razón las vacas generalmente han pastado siempre. Estas etiquetas son importantes también y sobre todo porque garantizan el bienestar del animal, algo muy importante para el consumidor de hoy en día.
Además de tener el mejor sabor, la leche, o leite de Galicia con esta etiqueta de bienestar animal y producto ecológico, tiene garantizadas las vitaminas propias de este producto. Se convierte así en el mejor alimento para los niños en crecimiento, por su aporte de proteínas y de calcio y, en sus versiones semidesnatadas, para los adultos.
Para quienes hacen dieta, la leche desnatada es un gran aliado porque tiene mucha capacidad saciante y aporta muchas proteínas de calidad. Y, para los ancianos, nuevamente el aporte de calcio vuelve a ser la clave, en un momento de la vida en el cual los huesos se vuelven mucho más frágiles.