Creo que uno de los grandes problemas de la formación tradicional en la etapa universitaria es el conflicto que existe entre la adaptación al mercado laboral y la propia concepción de la universidad como espacio de excelencia formativa. Al final, el intento de encontrar una fórmula que tenga en cuenta ambas vertientes no ha sido tan sencillo como se podría prever.
Cuando yo estudié unos años de Historia me di cuenta rápidamente de los cambios que se estaban produciendo en la universidad. Por un lado, el ‘antiguo régimen’ quería seguir manteniendo la universidad como un centro que formase a investigadores, a especialistas, alcanzando una formación superior. Y luego estaban los que abogaban por una adaptación de los planes de estudio a la realidad laboral. El problema es que ninguno está equivocado ni ninguno tiene toda la razón.
Después de aquella experiencia un tanto desquiciante en la universidad ‘tradicional’ aposté por un Grado en cinematografía Madrid que estaba claramente enfocado a la ‘parte práctica’. Al fin y cabo, el cine es un arte, pero el que lo desempeña debe ser, ante todo, un profesional. Porque todo aprendizaje artístico conlleva un aprendizaje del oficio. Y por mi experiencia yo ya había perdido muchas de las ínfulas que tienen algunos de los más jóvenes: quería aprender el oficio y dejarme de zarandajas.
El problema de enfocar la enseñanza de un oficio prevaleciendo la teoría es obvio: se corre el riesgo de que el alumno acabe no logrando establecer un nexo entre la teoría y el aspecto pragmático del oficio. Por eso son tan importantes las prácticas en un plan formativo como el Grado en cinematografía Madrid. En este sentido yo quedé totalmente satisfecho.
Pero, por otro lado, el problema que creo que existe en las universidades actualmente es que están empezando, en muchos casos, a ser fábricas de trabajadores para determinados sectores menospreciando la formación puramente intelectual incluso en valores. Se trata de encontrar trabajo y punto. Y eso ataca frontalmente la vieja condición de universidad como centro de pensamiento. Lo dicho, un problema difícil de atajar.