Disfruto como un niño cuando preparo un viaje. No importa que sea al otro lado del mundo que a un sitio cercano. La cuestión es moverse y descubrir nuevos destinos, o redescubrirlos, porque siempre es interesante volver a alguno de esos lugares que recorriste en el pasado. Y eso es lo que voy a hacer en mi próximo viaje. Tal como está la inflación, no está la cosa como para tirar cohetes a la hora de viajar y, por eso, he decidido volver a un lugar en el que estuve hace ya unos años: la isla de Ons.
Por suerte, y según me he podido informar, las cosas no han cambiado mucho por allí. Es lo que tiene tratarse de un lugar protegido como parte del parque natural marítimo terrestre de las Islas Atlánticas. Y como ya tuve que hacer cuando fui la vez anterior, es necesario sacarse un permiso para ir a ons, solicitándolo previamente. Es la mejor manera de controlar el flujo de viajeros que llegan a este territorio casi virgen.
Una vez allí, tienes muchas opciones pese a ser una isla muy pequeñita de apenas 6 kilómetros de longitud. En la parte central de la costa oriental, la más cercana a tierra, está el embarcadero del ferry donde se ubica O Curro, la aldea de Ons, frente a la Area dos Cans, una de las cinco playas de la isla. Porque las playas, junto a los senderos y los miradores, son los grandes atractivos naturales de la isla.
Las playas se ubican todas en la propia costa oriental que es la parte menos abrupta de la isla. Al sur, pasando el mirador de Fedorentos, está la cala de Pereiro y poco después la de Canexol. En torno a Curro está la mencionada Area dos Cans. Y al otro lado del terminal del ferry, la playa das Dornas. En el extremo norte de la costa oriental está finalmente Melide, la playa más conocida de la isla.
Así que mi plan, tras solicitar el permiso para ir a ons, es recorrer la isla de norte a sur y disfrutar de una de las islas más singulares de la costa española. Y espero que pronto la situación mejore para continuar viajando a destinos un poco más ambiciosos.