El rostro es lo primero que los demás ven de nosotros. Por tanto, es lo que más tratamos de cuidar y donde queremos tener mejor aspecto. El tratamiento cara es uno de los más solicitados en las clínicas de dermatología estética porque todos queremos parecer más jóvenes y vernos más atractivos.
Elegir a un dermatólogo para este tipo de tratamientos tiene muchas ventajas. Es el especialista que conoce mejor la piel y, por tanto, sabe mucho mejor qué es lo que necesita. Su preparación es mucho mayor que la de cualquier esteticién o técnico de belleza y por eso, los resultados que caben esperar serán más satisfactorios. Pero, además, nos evitaremos reacciones desagradables por aplicarnos productos que no son los más adecuados para nuestro tipo de piel.
Y eso precisamente por esto por lo que vamos a empezar. Porque la mayoría de nosotros no sabemos bien qué tipo de piel tenemos: grasa, mixta o seca. A veces, pensamos que porque la piel se descame es piel seca, cuando lo que sucede es que es muy sensible y está reaccionando a cualquier producto que le hemos aplicado o incluso al frío o a la contaminación. O pensamos que tenemos piel grasa porque hay granos, cuando esto no son productos de la seborrea de la piel, sino de una reacción alérgica o de un problema de otro tipo.
Una vez que el dermatólogo tiene claro qué tipo de piel tenemos, también podrá evaluar cuáles son sus carencias. Si no tiene suficiente hidratación, si le faltan vitaminas o si puede ser que precise de algún producto para reafirmarla. Nos hará la propuesta de tratamiento tras todos estos análisis y sabremos que lo que nos ofrece, es lo más adecuado para nuestra piel, la nuestra en concreto.
Normalmente, se suele comenzar con una limpieza en profundidad, que elimine las células muertas y retire de los poros cualquier polución. Así, los tratamientos que se apliquen a continuación, penetrarán mucho mejor. Pero no siempre nos van a ofrecer tratamientos cutáneos, como mascarillas o hidrataciones profundas. En algunas ocasiones pueden combinar estos con la toma de vitaminas o de productos de belleza que se ingieren porque el cuidado de la piel también se hace desde el interior.
Los resultados serán una piel mucho más luminosa, tersa y bonita. Que se verá más joven y, sobre todo, mucho más saludable.