“No me apetece mucho ir a la India, ¿no prefieres mejor Benidorm?”. Mi mujer no es la viajera más ambiciosa del mundo: tiene cierta aversión a los destinos poco cómodos, por decirlo así, pero al final casi siempre termina accediendo a mis locuras. Y sí, al final fuimos a la India. Tras pasar allí diez días volvimos a España y la pobre empezó a sentirse mal del estómago. “Teníamos que haber ido a Benidorm, maldito”, mascullaba mientras yo sonreía por lo bajini.
Mi mujer es un poco hipocondríaca. O un mucho. Yo ya la conozco y sé llevarla más o menos, pero es como la historia esa de que viene el lobo: nunca sabes muy bien si un día el lobo aparecerá a modo de enfermedad real, por lo que hay que tomárselo un poco en serio para evitar males mayores. Con lo de su problema de estómago, ella empezó a hablar de cancer gastrico sintomas y yo le seguí la corriente porque estaba casi seguro de que tenía que ver con la comida de la India, que a mí tampoco me había sentado del todo bien.
Aunque mi mujer y yo casi no coincidimos en nada, se puede decir que tenemos un par de cosas en común: una de las dos es nuestra dificultad digestiva. Siempre que vamos de viaje tenemos bastante cuidado con estas cosas, pero no podemos dejar de caer en la tentación de probar la comida autóctona. Y es que la otra cosa que nos gusta a los dos es comer. Menudo drama, ¿verdad?
A decir verdad, vamos tirando, conocemos bastante bien nuestro cuerpo y sabemos cuándo es mejor cortar por la sano y dejar de comer cosas raras. Pero es cierto que, de vez en cuando, se nos va la mano y acabamos en el hospital.
Al final, mi mujer y yo nos acercamos al médico, uno de confianza que “ya nos conoce”. Cuando mi mujer le habló de cancer gastrico sintomas, asintió lentamente mientras yo le comentaba lo de la comida india. Nos recetó reposo y comida “normal” una semana. Todo solucionado… hasta el próximo viaje a Japón.