Mi maratón hacia el carnet de conducir

Siempre posponía sacarme el carnet. Entre el trabajo, los estudios y otras excusas, los años pasaron volando. Pero llegó un punto en que se volvió una necesidad imperiosa. Necesitaba esa independencia, especialmente viviendo en una ciudad como Vigo, con sus cuestas y su a veces complicado transporte público para ciertas zonas. Decidí que ya no podía esperar más, y para acelerar el proceso, me matriculé en un curso intensivo carnet de conducir Vigo. La autoescuela, situada estratégicamente cerca del centro, prometía tenerte listo en tiempo récord. Sonaba agotador, pero tentadoramente rápido.

El primer día llegué con una mezcla de nerviosismo y determinación. El aula estaba llena de gente con el mismo objetivo: condensar meses de aprendizaje en un par de semanas frenéticas. El ritmo fue, como esperaba, intenso. Horas y horas de teoría, de señales, de normas, de excepciones… Mi cabeza no daba abasto para absorber tanta información nueva en tan poco tiempo. El profesor, eso sí, era un experto en mantenernos despiertos y concentrados, con ejemplos prácticos y alguna que otra anécdota de la jungla viguesa al volante.

Lo más desafiante ha sido compatibilizar las clases teóricas con mi día a día. Salir del trabajo o la universidad corriendo para llegar a tiempo, pasar la tarde estudiando y practicando test, y acostarme pensando en glorietas, semáforos y pasos de peatones. Vigo, con su orografía particular y su tráfico a ciertas horas, se convierte en un caso de estudio constante al aplicar la teoría. Ves una cuesta imposible y piensas en el embrague, pasas por la Paellera y visualizas las incorporaciones… la ciudad entera se vuelve un circuito de examen potencial.

A pesar del cansancio, hay una motivación constante. Ver el carnet cada vez más cerca, imaginarme manejando con libertad por la Gran Vía o escapando a las playas cercanas sin depender de nadie. Este curso intensivo en Vigo es un sprint, un desafío mental que me exige el máximo, pero sé que el esfuerzo valdrá la pena. Cada test aprobado, cada concepto asimilado, me acerca un poco más a ese ansiado trozo de plástico que simboliza la independencia al volante en mi ciudad. ¡A seguir dándole caña!

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