Cuando llegué a vivir a este barrio hace siete años era como un solar. Es un barrio bastante moderno y en época de crisis quedaron bastantes edificios a medio construir o se paralizaron varios proyectos. Así las cosas, al barrio le costó bastante despegar. Al no tener los vecinos que se esperaba, los comerciantes no sintieron mucho interés en colocar establecimientos que generaran pérdidas, así que los primeros años no había casi donde irse a tomar un café.
Pero en tres años todo se ha revolucionado. Han vuelto las grúas, no hay calle en la que no se esté construyendo o proyectando un edificio y los nuevos negocios crecen como setas. Uno de ellos es una tienda de alimentación gourmet que hay en frente de mi casa. No daba un duro por ella cuando empezó y, la verdad, nunca veo que tenga demasiada clientela, pero Matías y Manuela, sus dueños, son personas entusiastas que no se van a dar por vencido fácilmente.
Me he hecho buen amigo de ellos y no tienen reparo en hablarme de la situación. Aunque el primer año fue muy duro, ya están remontando. Desde luego, y aunque esté mal decirlo, si todos los clientes fuesen como yo, abrirían una sucursal en seis meses. Y es que me encantan los productos gourmet, bien cuidados, bien presentados y de calidad. Y ellos son especialistas, sobre todo en quesos.
Allí fue como conocí los quesos larsa, quesos gallegos deliciosos de denominación de origen, como el Arzúa Ulloa. Y es que Matías y Manuela no son los típicos emprendedores que hoy tienen una tienda de alimentación y mañana una peluquería. Son expertos en la materia: ambos trabajaron muchos años en el sector hasta que decidieron abrir su propio negocio.
Si hasta Matías fue quesero… por eso sabe tanto del tema. Y además no tiene problema en ser honesto en sus recomendaciones. “Este no te va a gustar, no te lo lleves”. Así da gusto. El que siempre recomienda es el queso larsa, que sabe que devoro. Todo ello regado con un buen vino o alguna de sus cervezas artesanales: el paraíso en tierra.